Crisis existenciales...

...¿Qué sucede? ¿Qué está pasando?... Pasan los años, he crecido, he madurado, he aprendido, he cambiado y... Sigo viendo a la gente de la misma manera: La gran mayoría son iguales! (Por supuesto, no todos, ellos saben quiénes son). No veo la diferencia entre Albertito o Adelita, parecen como hechos o producidos en serie. Son sólo números, prescindibles, intrascendentes… DESECHABLES!! Albertito o Adelita bien podrían llamarse “178465 y 284756” y eso no haría ninguna diferencia. Pero al mismo tiempo, eso me ATERRA!! Ya que bien yo podría ser, igualmente, el número 124567...


Cuando era más joven, mi completa indiferencia hacia los demás, se la atribuía a mi inmadurez, a que estaba pasando por la etapa más inestable de todo niño que aspira a ser adulto, la pubertad. ¿Pero ahora? ¿A qué o a quién le atribuyo estos pensamientos?... ¿Soy un amargado? ¿Un aguafiestas? ¿Un gruñón? ¿Un enojón?... La mayor parte de mi vida me he dedicado a intentar pensar, actuar y ver las cosas de manera diferente a los demás, a la masa, al bulto, al montón, a los sacos de papas que viven en mi entorno. HE INTENTADO DIFERENCIARME, significarme a cualquier precio. Pero... mientras más me adentro en dicha travesía con esa carga tan pesada, me doy cuenta, más que nunca, que termino siendo igual a los demás.


Desafortunadamente sigo siendo un estereotipo de algo, un “ejemplar”, un producto que ha sido creado con ciertas características. Y como el producto que soy, seguramente existen millones de productos más exactamente iguales a mí, deambulando alrededor de este país. Lamentablemente no soy único e irrepetible, sino todo lo contrario. Esto, a su vez, me convierte en una persona prescindible e intercambiable.


¿Una crisis de la mediana edad?... Mmmmm... no, no lo creo. Tenemos que entender que la visión organizacional predominante de la sociedad hoy en día, está aniquilando, arrasando, devorando completamente con la libertad del ser humano. Esta lógica, en donde la supervivencia de las organizaciones es prioridad sobre la supervivencia de los seres humanos, terminará (y actualmente ya es más que evidente) por ser nuestra propia destrucción. Pero bueno, al fin y al cabo, este es el precio que ha de pagarse por el avance y desarrollo del hombre.

La vida es una lucha interminable por alcanzar nuestra propia libertad...